Andorra Telecom anunció la semana pasada que en 2014 ingresó más de 34 millones de euros por los servicios de itinerancia, una cifra nada desdeñable para una operadora que no llega a los 49.000 clientes con contrato (Euskaltel, por ejemplo, tiene más de 200.000) y que detenta en exclusiva la telefonía fija y móvil en el Principado. La compañía atribuye el incremento de la facturación por los servicios de itinerancia (nueve millones más que en 2013) a que cada vez más turistas utilizan sus móviles dotados de conexión a Internet en este paraíso pirenaico. Sin embargo, a nadie se le escapa que buena parte de esos ingresos proceden de incautos visitantes que al entrar en Andorra no desactivan en su móvil un icono (está en los ajustes) que lleva por nombre itinerancia de datos y que a final de mes reciben una dolorosa factura por servicios que en algunos casos ni siquiera han utilizado. Usar el móvil en el extranjero se puede convertir en una actividad de alto riesgo para el bolsillo. La UE ha prometido que a partir de 2017 no habrá que pagar un sobrecoste por utilizar el móvil en un Estado diferente al de origen del operador, pero habrá que ver para creer. Los potentes lobbies que tienen las compañías telefónicas en Bruselas gastarán hasta el último de sus euros por seguir sangrado al consumidor.
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