hay cláusulas de los
contratos que las carga el diablo. Que se lo digan a la Real que, cuando
a finales de agosto acordó con el Granada la cesión de Oier Olazabal,
firmó en la letra pequeña que abonaría 100.000 euros al club nazarí si
alineaba al portero cuando jugara contra el equipo andaluz. La carambola
se dio el martes. Con Gerónimo Rulli sancionado y el Granada como
rival, la Real tenía dos opciones para cubrir la portería: dar la
alternativa al tercer portero, Ander Bardají, o mantener como titular a
Olazabal y pasar por caja. La Real pasó por caja y pagó 100.000 euros.
Por si no le dice nada la cantidad, 16 millones de pesetas de las de
antes. Oro puro para cualquier club guipuzcoano de elite que no sea la
Real. Ingresan un Bera Bera, un Ordizia, un Iraurgi o un Orio esos
100.000 euracos y brindan con champán durante una semana entera. Por
poner un ejemplo, para un club como el IDK UPV, de la Liga Femenina de
baloncesto, 100.000 euros equivalen casi a la mitad de su presupuesto
para toda la temporada. El fútbol, definitivamente, se mueve en otra
galaxia. En el camino por lograr tres puntos, no importan los ceros. Si
hay que tirar de chequera, se tira. Todo es cinco estrellas. Hasta el
alojamiento del entrenador.
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