viernes, 4 de septiembre de 2015

2.739

Huyen de la guerra, de las bombas y las balas, de un país desangrado, que parece que es la última de las prioridades para eso que se llama la comunidad internacional. Escapan de la miseria y el caso es que no les habríamos prestado atención alguna si hubieran huido hacia al este, a Irak, o hacia el sur, a Jordania. Pero lo han hecho hacia el norte, hacia una Europa que ha mostrado que sus dirigentes no están a la altura. La inacción y la lentitud con la que se han movilizado la CE y su ejército de 38.000 funcionarios para atender la llamada de auxilio de la población siria resulta vergonzosa. No es ya que los Estados no se pongan de acuerdo en el número de personas que deben acoger, es que tratan a seres humanos como si fueran mercancía barata. Hablan de cupos. Rajoy, que siempre lo puede hacer peor, negoció a la baja la acogida en España de 2.739 refugiados (¿y por qué no 2.731, o 2.810, o 10.000?). Podía haber dicho aquello de “nosotros, en España, a raíz de la guerra del 36 también sufrimos el exilio de miles de ciudadanos. Sabemos de qué nos hablan, sabemos cómo estarán sufriendo, así que nos pueden asignar el número de refugiados que consideren oportuno”. Pero no. Pues eso, Mariano, 161 personas por cada comunidad autónoma. Un esfuerzo enorme, vamos.

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