viernes, 11 de septiembre de 2015

Tabakalera

"¿Qué es Tabakalera?", me pregunta un amigo que sigue el día a día informativo a vuelapluma. "Un centro cultural, pero a lo bestia", le contesto en una frase a botepronto. Vale, no es un centro cultural, ni hay otra infraestructura comparable a cientos de kilómetros a la redonda, pero tiene unas dimensiones siderales (el equivalente a 370 viviendas de 100 metros cuadrados cada una). Tabakalera tiene ante sí el complicado reto de que los ciudadanos lo sientan como algo suyo, como ha sucedido antes con proyectos que el tiempo ha situado en el camino del éxito como el Kursaal, el renovado San Telmo, la playa de la Zurriola o el en su día criticado bidegorri de La Concha. No son proyectos equiparables entre sí por su distinta envergadura, pero todos tienen en común que donostiarras, y no donostiarras, los han hecho suyos. Ni qué decir del éxito de la fabulosa red de casas de cultura o del amplio abanico de instalaciones deportivas, seguramente sin parangón en otra ciudad del tamaño de Donostia. Insisten los promotores de Tabakalera en que no se trata de llenar el edificio de público porque sí. Se trata entonces de explicar al común de los ciudadanos qué ofrece y qué te puedes encontrar en ese gigantesco edificio sin recurrir a palabras y expresiones de 20 duros. Si no, corres el riesgo de que te visiten por las magníficas vistas del restaurante.

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