martes, 1 de diciembre de 2015

Pereza infinita

Pereza infinita me provoca la campaña electoral. Ahora llega la de las generales. Antes fue la de las catalanas. Antes de antes, la de las forales y municipales, y antes, de antes, de antes, la de las andaluzas. Cuatro convocatorias y cinco elecciones en lo que vamos de año. Debe ser récord mundial. Agotados ya todos los mensajes en una precampaña que arranca justo cuando se vacían las urnas de la campaña anterior, los candidatos (no hay candidatas en el star system político español) afrontan a partir de la noche del próximo jueves una frenética operación por vender promesas que no van a cumplir. Bien porque no llegan al poder, bien porque, cuando llegan, si te he visto no me acuerdo. Con la credibilidad bajo mínimos y dado que, según el último Barómetro del CIS, los partidos y los políticos siguen siendo un problema y una preocupación para los ciudadanos (el cuarto problema en orden de importancia), ahora se dedican a otros menesteres. Si hay que pasear en un elefante, se pasea. Y si el paseo en un plató de televisión, mejor. En Gipuzkoa, más zomorros, el clásico de los clásicos es subirse a una barquita en la bahía de Pasaia y prometer la regeneración. Luego no hay dios que ponga de acuerdo a las administraciones. Pero ese es otro cantar.

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