la última cruzada de la
derecha navarra más cerril pasa por salvaguardar contra viento y marea
el convenio que desde 2008 permite a los trabajadores (y sus familiares)
de la Universidad de Navarra y de la Clínica Universitaria de Navarra
(CUN) recibir atención sanitaria en este último centro con cargo al
erario público. Por ponerlo en cifras, solo el año pasado, el
Departamento de Salud abonó 5,2 millones de euros a la CUN para que
atendiera a los 7.200 empleados de ambas instituciones. Número arriba,
número abajo, multipliquen la cifra por los años en los que ha estado
vigente el acuerdo y da como resultado una cifra considerable. Sobra
decir que durante todo este tiempo UPN ha estado al frente del Gobierno
navarro y que tanto la clínica como la universidad, popularmente
conocidas como “las del Opus”, han sido dos de sus niñas bonitas. No hay
que ser muy vivo para comprobar que semejante prebenda constituía un
privilegio para esos 7.200 trabajadores que disponían de sanidad privada
cuando, según el Ejecutivo de Uxue Barkos, podían ser asistidos por los
centros de Osasunbidea sin necesidad de sangrar a las arcas públicas.
Ambas partes han reconocido, además, que el convenio no tiene base
legal. Nada más que añadir, señoría.
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