al caloret de la
precampaña a las últimas elecciones municipales, María Rita Barberá (o
el subordinado o subordinada que le llevaban la cuenta de Twitter)
escribió el 21 de marzo de 2015: “Creo en la dignidad de la política:
en 24 años en el Ayuntamiento no he visto más que personas decentes y
políticos honrados”. Solo le faltaba de remate el “¡Yo te quiero, Rita,
coño!”, de Rajoy para redondear la frase. A la vista de la corruptela en
masa que se está destapando en la operación Taula contra el PP
del Consistorio valenciano, la duda es si había una sola persona y un
solo político del entorno de doña Rita que fuera honrado. Los trajes de
Camps son un juego de niños en comparación con la enésima trama urdida
en el PP de Rajoy, ese hombre de Estado que ayer, parafraseando al
mítico El Puerco Porky y su “eso es todo, amigos”, dijo: “Esto se acabó y
ya no se pasa por ninguna”. Lo dice ahora que la corrupción se ha
convertido en un problema estructural que corroe a su partido. Lo dice
después de que decenas de cargos del partido se lo hayan llevado
calentito, a veces exhibiendo una arrogancia chulesca. Lo peor no es ya
que se creyeran impunes, lo peor es que, como los delitos económicos
tienen penas de Segunda División, no devolverán ni un solo céntimo de
euro de lo que han malversado, ergo, robado.
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