viernes, 11 de marzo de 2016

N-121

en la antigua carretera N-121, en el tramo entre Behobia y Sunbilla, cada metro de cuneta nos recordaba un accidente, una vida rota, un vehículo volcado o un camión que había caído al río Bidasoa. Todos tenemos amigos, familiares o conocidos que se dejaron la vida en los incontables siniestros que se registraron en ese vial. La nueva N-121, parcialmente desdoblada, cumplirá siete años el próximo mes de junio. Y, desgraciadamente, mes a mes se marcan nuevos hitos negros en su asfalto, el último la semana pasada. A nadie se le escapa que el incremento del tráfico de camiones está detrás del aumento de la siniestralidad. A más camiones, más accidentes y más peligro. La nueva N-121 no está capacitada para absorber semejante circulación de vehículos pesados (unos 3.000 diarios). Para eso se construyó la autovía de Leitzaran. El ahorro de tiempo y dinero (se evitan peajes) explica que miles de camioneros elijan esta ruta después de atravesar Biriatu. Pero sería injusto achacar la peligrosidad de esta carretera solo al tráfico de camiones. Como en tantas otras carreteras, en la N-121 también hay conductores imprudentes (y más de un kamikaze) que se saltan a la torera el código de circulación y ponen en peligro sus vidas y, sobre todo, las de los demás.

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