viernes, 3 de junio de 2016

1.000 pesetas

corrían mediados de los años 80. Llevábamos varios meses preparando el viaje de estudios de octavo de EGB (hoy, segundo de ESO) a Barcelona cuando, a pocos días de partir, el profesor nos pidió que apuntáramos en un papel cuánto dinero íbamos a llevar. En clase éramos 55 alumnos en dos aulas. El profesor decidió que todos lleváramos la misma suma: tanto dinero como el que menos pudiera llevar. Huelga decir que teníamos todos los gastos pagados después de recaudar dinero de todas las maneras posibles, incluida una moción al Ayuntamiento solicitando una subvención. No teníamos que pagar ni un duro en un viaje de esos que recuerdas toda tu vida: visita a la fábrica de General Motors en Figueruelas, entrada al Camp Nou, al museo del Barça, a la Sagrada Familia y a todos los iconos de la ciudad condal, asistencia a un programa (no recuerdo el nombre) en los estudios de TVE en Sant Cugat, película en un cine del Maresme, etc. El caso es que, cuando el profesor recogió los papeles, supimos que teníamos que llevar como máximo 1.000 pesetas. Uno ya entonces era formal y cumplió la orden a rajatabla (gasté la pasta en un McDonald’s y una pulsera, cosas de la pubertad). Otros, pocos, llevaron más dinero. Hoy, supongo, aquel profesor sería tildado de bolivariano y otras lindezas.

2 comentarios:

  1. Gracias Moli, por esta notica. Han pasado ya 31 años de aquello… Ha llovido mucho y veo que los recuerdos siguen vivos en ti… Sí, creo que hoy me llamarían bolivariano o tal vez talibán, pero no te engañes, estoy seguro de que la mayoría de los padres siguen siendo sensatos –seguís, me toca decir ahora- pero se ha complicado eso de educar.
    Recuerdo muchas cosas de aquel grupo de “octavitos”, recuerdo que pudisteis aprobar, con nota, la mayoría, recuerdo los “fasteners” y como poníais alma vida y corazón en ellos, recuerdo que era fácil trabajar con vosotros y recuerdo las rebeliones en aquellos campamentos en el Juan Sebastián Elkano de Hondarribia, que perseguían que lo pasarais bien y que formáramos equipo y que terminaban con los profes duchados y vosotros todos orgullosos porque nos habíais ganado, recuerdo vuestras caras, alguna de ellas con mucha nitidez… recuerdo esa secreta alianza que conseguíamos profes y alumnos para conseguir aprender de todo y mucho… Recuerdo los campeonatos de mosca, de mini rugbi y de balón prisionero y recuerdo representaciones del Quijote y asambleas diversas, recuerdo el taller de los martes y jueves y, sobre todo aquel “Desagüe”, seguramente el primer periódico en el que escribiste, la multicopista y la vietnamita… Lo dicho, Moli, muchas gracias.

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  2. Los sabios Moli, el programa de televisión se llamaba los sabios.
    Me hizo ilusión encontrarme contigo en irun y me ha hecho ilusión leer este artículo lleno de recuerdos.Recuerdos de un tiempo de aprendizaje,un tiempo de frescura,de energia desbordante,de sentimientos encontrados,de amistad,de solidaridad...
    Si, aquel profesor tenía algo de revolucionario, o tal vez era una revolución en si mismo, lo que tengo claro es que fué de todos los que tuve el que mas influyó en mi persona.
    Yo también recuerdo los fasteners que entregábamos los viernes y volvían corregidos los lunes, era algo así como meter un mensaje en una botella y lanzarla al mar, pero con la certeza de que no solo lo leería alguien sino que garantizaba respuesta.De alguna manera servía como vía de escape, un desahogo necesario a esas edades.
    También recuerdo aquel primer día de clase, septiembre del 83 si no me falla la memoria.Estrenábamos curso,colegio,(algunos) aula,compañeros y profesores.
    Entre ellos aquel que entró por la puerta con aspecto serio, y sin decir nada se puso a escribir algo en unos foleos, con rotuladores de diferentes colores. Cuando terminó los pegó con celo en las puertas. Todos estábamos nerviosos, algunos incluso asustados, era nuestro primer día de clase y ¿que escribió el?
    Amigos fiesta/Lagunak jaia.
    Que así sea...

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