Ya están aquí los Juegos Olímpicos de Río. Dos semanas para disfrutar de esos deportes minoritarios a los que solo prestamos atención cada cuatro años y para prescindir del deporte rey por antonomasia, el fútbol, una suerte de modalidad de relleno en el programa olímpico. Resulta tan insustancial que la competición se inicia antes incluso de que se celebre la ceremonia de inauguración y ofrece duelos de esos que Maldini te analizaría al detalle, como el Fiyi-Corea del Sur que están echando en este momento por la tele con más de medio estadio vacío. El gancho de los Juegos está en conseguir que el espectador deje lo que está haciendo para ver un partido de bádminton, que siga con la atención de un entendido unas finales de tiro con arco del que desconoce hasta las normas o, un suponer, que no pierda detalle de unos cuartos de final de doma clásica. Ya ni siquiera hace falta trasnochar. Para el desayuno tienes disponibles todos los vídeos de todo lo que no has podido presenciar en directo. Porque sepan que esta vez los oropeles, las medallas, los éxitos y los fracasos, se repartirán mayormente de madrugada, con horas punta como las 3.26 horas a la que se disputará la final de los 100 lisos, y alguna excepción como las finales de baloncesto y balonmano, que serán a horas “europeas”.
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