Una veintena larga de
salidas en bici durante este verano es una experiencia suficiente para
comprobar que, en la jungla del asfalto, ciclistas, cicloturistas y
globeros son un estorbo para un buen número de conductores. Si circulas
por una carretera con un tráfico denso, sientes el peligro en el cogote.
La norma que obliga a coches y camiones a dejar 1,5 metros de distancia
al adelantar a un ciclista no es que se incumpla, es que un número
considerable de conductores ni siquiera se molesta en poner el
intermitente. A juzgar por quienes usan el claxon con profusión, hay
también quien desconoce que la circulación de ciclistas en paralelo o en
grupo no es que sea legal (avalada por la Ley de Tráfico), es que es
una medida de seguridad para el aficionado a la bici porque obliga al
conductor a realizar la maniobra de adelantamiento comme il faut.
Cierto es que también hay ciclistas que se saltan las reglas a la
torera. Pero, por regla general, la bici es siempre la parte débil.
Hombre no muerde a perro. No es habitual que un ciclista provoque un
accidente de coche pero, a la inversa y desgraciadamente, todos los
meses hay siniestros provocados por conductores con ciclistas como
víctimas. Un poco de respeto y prudencia sería suficiente para que
conductores y ciclistas convivamos en el mismo medio, si no en armonía,
sí al menos sin poner vidas en riesgo.
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