nos dijeron que meter el
sobrecito en la urna es lo que pomposamente se llama la fiesta de la
democracia y, como nos encantan los saraos, ya vamos para la tercera
fiesta en un año. Que no pare la marcha. Tres veces tres a la llamada de
las urnas. Tres tediosas campañas electorales con sus tres tediosas
precampañas. Tres veces tres repitiendo las entrevistas a los mismos
candidatos con sus mismas promesas, y tres veces tres haciendo la foto
conjunta de inicio de campaña para la portada del periódico en ya no
sabemos dónde porque se nos acaban las ideas. Tres veces tres paseando
durante la campaña electoral en el barquito que une San Pedro y
Donibane, que no sea por no prometer que lo de la regeneración de la
bahía esta vez como que sí. Tres veces tres llegando al buzón esos
sobres que ni quiera abres porque no esperas nada. Tres veces tres
hablando de progreso, democracia, consenso, bienestar, justicia social,
empleo para todos y toda esa palabrería que se suelta en esos mítines a
los que ya no acuden ni los del partido. Tres veces tres debatiendo en
la tele bajo formatos enconsertados. Tres veces tres hablando de
Venezuela y pasando de mentar la corrupción ni otras zarandajas. Tres
veces tres y así hasta las navidades de 2019, un suponer.
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