Luix Mari Zulaika, profesor de la facultad
de Educación y Deporte de la UPV/EHU, es el autor de un proyecto
impulsado por la Federación Guipuzcoana Montañismo para promocionar la
afición por la montaña entre los niños.
El preocupante descenso de participantes en las iniciativas que la Federación, en colaboración con los colegios e ikastolas, organiza con los escolares, llevó al ente a encargar un informe para analizar los porqués. Zulaika, doctor en Pedagogía, master en Psicología del Deporte y que durante quince años trabajó como profesor de Educación Física antes de dedicarse a la docencia universitaria, ha elaborado un extenso, prolijo y concienzudo trabajo en el han participado clubes de montaña, colegios, técnicos de la Federación, técnicos de la Diputación, padres y alumnos. El estudio, que se repartirá en los centros escolares, hace un diagnóstico de por qué cada vez menos niños se apuntan a las actividades escolares ligadas al monte y expone 100 propuestas para revertir la situación.
¿Por qué salir al monte atrae cada vez menos a los escolares?
-La sociedad se ha acomodado. Algunos dicen que vivimos en la sociedad del yogurín. Eso de madrugar, cansarse y tal, no vende. La fuerza que tienen algunas modalidades y algunos personajes de esas modalidades es tal, que hacer frente es muy difícil. De mayor todos los críos quieren ser Ronaldo. Y luego está que nuestro modelo escolar antes reservaba los domingos para el monte, el atletismo y la familia. El deporte escolar se reservaba para los sábados. Se cambió la normativa y los niños, ya federados, tienen los domingos ocupados con partidos, entrenamientos, tecnificación, etc. Ya no está de moda ir el domingo al monte.
Desde la Federación de Montaña se argumenta que los deportes mayoritarios, como el fútbol, el baloncesto o el balonmano, organizan más actividades que las que les corresponden.
-Son las tres modalidades que por volumen atraen a más niños. Antes en Gipuzkoa esos deportes no podían celebrar partidos los domingos. Al cambiar la ley se abrió la puerta a las escuelas deportivas y se ve que no cumplen la ley. Las ligas de rendimiento tienen delimitadas un número de jornadas al año pero esto se incumple. Para la Diputación es engorroso hacer cumplir la ley. Es impopular tomar medidas o aplicar sanciones. Se hace la vista gorda. Los críos tienen todo el fin de semana ocupado con esas modalidades. Hay niños que el lunes dan su nombre para ir con el colegio a la excursión del domingo, pero llega el viernes y se desapuntan porque tienen partido o entrenamiento. A unos les interesa más el deporte de rendimiento, y a otros nos interesa más la educación de los niños, la participación de todos, que los que son torpes tengan posibilidad de desarrollar su motricidad, trabajar los valores, etc.
En el informe se dice que a partir de los 12 años es más difícil aún que un niño vaya al monte. “Van al monte si no hay fútbol”.
-Es más fácil motivar a un crío. En la adolescencia o preadolescencia es más difícil que un padre o un profesor convenzan a un chaval. Te dirá que va al monte si van sus amigos. En edades tempranas se consigue todavía movilizar a los niños, pero a partir de cierta edad se pierde a ese colectivo, sobre todo en los chicos.
¿El hecho de que el montañismo no sea un deporte competitivo está relacionado con esa pérdida de practicantes?
-Es algo que surgió en las discusiones entre los distintos colectivos que han participado en el informe. Hay quien propone que para motivar a los niños, en disciplinas como la escalada se incluya la competición para que aumente la participación. Es una propuesta. Si acertamos con el grado de competitividad, la competición puede ser educativa si está bien dirigida. Con la competitividad pura y dura solo consigues que aquel que tiene menor nivel abandone la práctica deportiva. El monte lo que tiene es que es muy inclusivo y está abierto a todo el mundo. Puede participar el de capacidad limitada, el de bajo nivel de competencia, el obeso… Con la competitividad hay que tener cuidado porque el que gana va contento pero el resto si no gana, no.
¿Cómo se motiva a un niño para que vaya al monte?
-Hay que incluir juegos, actividades al aire libre, escalar, cruzar ríos, piragüismo, ver cuevas… Que vayan con los amigos porque se disfruta más. Hay que hacerles ver que es positivo aunque hoy en día no es fácil con toda la oferta que hay.
¿Los niños son hoy más sedentarios?
-Sin duda. En los congresos de pediatría las estadísticas de sobrepeso y obesidad han hecho saltar todas las alarmas. Es un problema. El exceso de colesterol no se detecta hasta años más tarde, pero es porque se lleva acumulando muchos años. Nuestra sociedad cada vez es más sedentaria
¿Es un error fijar un objetivo cuando se va al monte?
-Hay que romper el planteamiento de hacer cima cueste lo que cueste. Si vamos con críos y en el camino encontramos algo atractivo y se lo están pasando bien, se cambian los planes. No hay que obsesionarse con la cima sino lograr que los niños lo pasen bien, se aficionen y quieran volver. El objetivo no es hacer cumbre.
¿Las palizas matan la afición? Hay adultos a los que no les gusta ir al monte porque de chavales sus padres les “machacaron”.
-También se dice lo mismo de los colegios. La motivación de cada uno es distinta y varía con la edad. Hay que adaptarse a las situaciones. Hay quien propone hacer las salidas más tarde, hacerlas más cortas, con menos cuestas. El objetivo debe estar centrado en los niños y ellos deben asociar la excursión con un buen recuerdo para seguir yendo al monte.
¿Es un error llevar a un niño a una edad temprana, por ejemplo, al Txindoki?
-Depende de cada niño. Si va a gusto, no le pondría límites. Sí hay que tener cuidado con forzarles desde edades muy tempranas.
¿Como se sortea la temida frase de “cuánto queda”?
-No hay milagros. Es cuestión de poner objetivos a medio plazo. Que el final no sea siempre el final donde vamos a acabar. Hay que decir frases tipo: “Desde ese collado vamos a ver la cima”, “ahí ya empieza la cuesta abajo”... No hay que pensar solo en llegar el autobús sino fijar objetivos intermedios y distraerles incluso con conversaciones de su gusto.
¿Cómo nos pueden ayudar las nuevas tecnologías para animar a los niños a andar por el monte?
-Hay colegios que en clase de Educación Física con el Ipad o con móviles siguen pistas como se hacía en el antiguo juego de en busca del tesoro. Para los niños es motivante. Es ir tirando de pruebas para enganchar a los niños y las nuevas tecnologías son una buena herramienta.
El informe dice que hay niños que se apuntan a una salida durante la semana pero el domingo no van porque tienen otra actividad deportiva o porque los padres dicen que es una hora muy temprana para ir al monte.
-Es una realidad constatada que nos hemos acomodado y vivimos en un ritmo de vida estresante. Tenemos entre semana los horarios que tenemos y el fin de semana la gente quiere descansar y no madrugar. También el prestigio del monte parece que no es el de antaño y lo de madrugar para sacrificarse... Luego en casa te dicen: ¿Que me tengo que levantar para prepararte el bocadillo? No es obligatorio. No vayas.
Pero ir al monte forma parte de nuestra cultura.
-Ir al monte es algo más que un deporte. El monte no es solo una modalidad deportiva más. Es naturaleza, una forma de ver el desarrollo sostenible, es geografía, es patrimonio cultural… Si se pierde el ir al monte, perdemos mucho. Convertirnos en urbanitas es negar de dónde venimos.
Se está perdiendo la cantera.
-Tenemos un modelo de deporte escolar muy rico porque adapta la oferta a las edades de los niños. En montañismo hay actividades muy diversas, estancias en albergues en horario lectivo… Pero de 16 a 40 años hay una laguna enorme en los clubes de montaña. Hay mucha gente federada pero los hábitos han cambiado. Los jóvenes ya no necesitan un club para ir al monte. Obtienen con un club la ficha de federado y van al monte por su cuenta. Hacen montaña y, de hecho, la Federación es la que más fichas tiene de Gipuzkoa (15.021 federados en 2016), pero el hábito ha cambiado. Hoy los clubes de montaña parecen clubes de jubilados. La salida en autobús en fin de semana se hace con gente de más de 50 años.
¿Con los años se recupera la afición por el monte?
-Uno de los participantes en el informe dice que si de crío has andado en el monte, al final vuelves. Cuando acaban la universidad, vuelven. En el deporte federado también hay una edad a la que lo dejas. Con el modelo que hay en Gipuzkoa, en el que se practican todo tipo de deportes, el niño luego está capacitado para practicar cualquier modalidad. Eso contribuye a que luego nuestro estilo de vida sea más activo que en otros lugares. Sales a la calle y ves a mucha gente haciendo deporte. Eso es como respuesta a la educación que has recibido. Si de niño te hacen especializarte en un deporte y luego no entras en el embudo, es más difícil que continúes practicándolo.
El preocupante descenso de participantes en las iniciativas que la Federación, en colaboración con los colegios e ikastolas, organiza con los escolares, llevó al ente a encargar un informe para analizar los porqués. Zulaika, doctor en Pedagogía, master en Psicología del Deporte y que durante quince años trabajó como profesor de Educación Física antes de dedicarse a la docencia universitaria, ha elaborado un extenso, prolijo y concienzudo trabajo en el han participado clubes de montaña, colegios, técnicos de la Federación, técnicos de la Diputación, padres y alumnos. El estudio, que se repartirá en los centros escolares, hace un diagnóstico de por qué cada vez menos niños se apuntan a las actividades escolares ligadas al monte y expone 100 propuestas para revertir la situación.
¿Por qué salir al monte atrae cada vez menos a los escolares?
-La sociedad se ha acomodado. Algunos dicen que vivimos en la sociedad del yogurín. Eso de madrugar, cansarse y tal, no vende. La fuerza que tienen algunas modalidades y algunos personajes de esas modalidades es tal, que hacer frente es muy difícil. De mayor todos los críos quieren ser Ronaldo. Y luego está que nuestro modelo escolar antes reservaba los domingos para el monte, el atletismo y la familia. El deporte escolar se reservaba para los sábados. Se cambió la normativa y los niños, ya federados, tienen los domingos ocupados con partidos, entrenamientos, tecnificación, etc. Ya no está de moda ir el domingo al monte.
Desde la Federación de Montaña se argumenta que los deportes mayoritarios, como el fútbol, el baloncesto o el balonmano, organizan más actividades que las que les corresponden.
-Son las tres modalidades que por volumen atraen a más niños. Antes en Gipuzkoa esos deportes no podían celebrar partidos los domingos. Al cambiar la ley se abrió la puerta a las escuelas deportivas y se ve que no cumplen la ley. Las ligas de rendimiento tienen delimitadas un número de jornadas al año pero esto se incumple. Para la Diputación es engorroso hacer cumplir la ley. Es impopular tomar medidas o aplicar sanciones. Se hace la vista gorda. Los críos tienen todo el fin de semana ocupado con esas modalidades. Hay niños que el lunes dan su nombre para ir con el colegio a la excursión del domingo, pero llega el viernes y se desapuntan porque tienen partido o entrenamiento. A unos les interesa más el deporte de rendimiento, y a otros nos interesa más la educación de los niños, la participación de todos, que los que son torpes tengan posibilidad de desarrollar su motricidad, trabajar los valores, etc.
En el informe se dice que a partir de los 12 años es más difícil aún que un niño vaya al monte. “Van al monte si no hay fútbol”.
-Es más fácil motivar a un crío. En la adolescencia o preadolescencia es más difícil que un padre o un profesor convenzan a un chaval. Te dirá que va al monte si van sus amigos. En edades tempranas se consigue todavía movilizar a los niños, pero a partir de cierta edad se pierde a ese colectivo, sobre todo en los chicos.
¿El hecho de que el montañismo no sea un deporte competitivo está relacionado con esa pérdida de practicantes?
-Es algo que surgió en las discusiones entre los distintos colectivos que han participado en el informe. Hay quien propone que para motivar a los niños, en disciplinas como la escalada se incluya la competición para que aumente la participación. Es una propuesta. Si acertamos con el grado de competitividad, la competición puede ser educativa si está bien dirigida. Con la competitividad pura y dura solo consigues que aquel que tiene menor nivel abandone la práctica deportiva. El monte lo que tiene es que es muy inclusivo y está abierto a todo el mundo. Puede participar el de capacidad limitada, el de bajo nivel de competencia, el obeso… Con la competitividad hay que tener cuidado porque el que gana va contento pero el resto si no gana, no.
¿Cómo se motiva a un niño para que vaya al monte?
-Hay que incluir juegos, actividades al aire libre, escalar, cruzar ríos, piragüismo, ver cuevas… Que vayan con los amigos porque se disfruta más. Hay que hacerles ver que es positivo aunque hoy en día no es fácil con toda la oferta que hay.
¿Los niños son hoy más sedentarios?
-Sin duda. En los congresos de pediatría las estadísticas de sobrepeso y obesidad han hecho saltar todas las alarmas. Es un problema. El exceso de colesterol no se detecta hasta años más tarde, pero es porque se lleva acumulando muchos años. Nuestra sociedad cada vez es más sedentaria
¿Es un error fijar un objetivo cuando se va al monte?
-Hay que romper el planteamiento de hacer cima cueste lo que cueste. Si vamos con críos y en el camino encontramos algo atractivo y se lo están pasando bien, se cambian los planes. No hay que obsesionarse con la cima sino lograr que los niños lo pasen bien, se aficionen y quieran volver. El objetivo no es hacer cumbre.
¿Las palizas matan la afición? Hay adultos a los que no les gusta ir al monte porque de chavales sus padres les “machacaron”.
-También se dice lo mismo de los colegios. La motivación de cada uno es distinta y varía con la edad. Hay que adaptarse a las situaciones. Hay quien propone hacer las salidas más tarde, hacerlas más cortas, con menos cuestas. El objetivo debe estar centrado en los niños y ellos deben asociar la excursión con un buen recuerdo para seguir yendo al monte.
¿Es un error llevar a un niño a una edad temprana, por ejemplo, al Txindoki?
-Depende de cada niño. Si va a gusto, no le pondría límites. Sí hay que tener cuidado con forzarles desde edades muy tempranas.
¿Como se sortea la temida frase de “cuánto queda”?
-No hay milagros. Es cuestión de poner objetivos a medio plazo. Que el final no sea siempre el final donde vamos a acabar. Hay que decir frases tipo: “Desde ese collado vamos a ver la cima”, “ahí ya empieza la cuesta abajo”... No hay que pensar solo en llegar el autobús sino fijar objetivos intermedios y distraerles incluso con conversaciones de su gusto.
¿Cómo nos pueden ayudar las nuevas tecnologías para animar a los niños a andar por el monte?
-Hay colegios que en clase de Educación Física con el Ipad o con móviles siguen pistas como se hacía en el antiguo juego de en busca del tesoro. Para los niños es motivante. Es ir tirando de pruebas para enganchar a los niños y las nuevas tecnologías son una buena herramienta.
El informe dice que hay niños que se apuntan a una salida durante la semana pero el domingo no van porque tienen otra actividad deportiva o porque los padres dicen que es una hora muy temprana para ir al monte.
-Es una realidad constatada que nos hemos acomodado y vivimos en un ritmo de vida estresante. Tenemos entre semana los horarios que tenemos y el fin de semana la gente quiere descansar y no madrugar. También el prestigio del monte parece que no es el de antaño y lo de madrugar para sacrificarse... Luego en casa te dicen: ¿Que me tengo que levantar para prepararte el bocadillo? No es obligatorio. No vayas.
Pero ir al monte forma parte de nuestra cultura.
-Ir al monte es algo más que un deporte. El monte no es solo una modalidad deportiva más. Es naturaleza, una forma de ver el desarrollo sostenible, es geografía, es patrimonio cultural… Si se pierde el ir al monte, perdemos mucho. Convertirnos en urbanitas es negar de dónde venimos.
Se está perdiendo la cantera.
-Tenemos un modelo de deporte escolar muy rico porque adapta la oferta a las edades de los niños. En montañismo hay actividades muy diversas, estancias en albergues en horario lectivo… Pero de 16 a 40 años hay una laguna enorme en los clubes de montaña. Hay mucha gente federada pero los hábitos han cambiado. Los jóvenes ya no necesitan un club para ir al monte. Obtienen con un club la ficha de federado y van al monte por su cuenta. Hacen montaña y, de hecho, la Federación es la que más fichas tiene de Gipuzkoa (15.021 federados en 2016), pero el hábito ha cambiado. Hoy los clubes de montaña parecen clubes de jubilados. La salida en autobús en fin de semana se hace con gente de más de 50 años.
¿Con los años se recupera la afición por el monte?
-Uno de los participantes en el informe dice que si de crío has andado en el monte, al final vuelves. Cuando acaban la universidad, vuelven. En el deporte federado también hay una edad a la que lo dejas. Con el modelo que hay en Gipuzkoa, en el que se practican todo tipo de deportes, el niño luego está capacitado para practicar cualquier modalidad. Eso contribuye a que luego nuestro estilo de vida sea más activo que en otros lugares. Sales a la calle y ves a mucha gente haciendo deporte. Eso es como respuesta a la educación que has recibido. Si de niño te hacen especializarte en un deporte y luego no entras en el embudo, es más difícil que continúes practicándolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario