Salvo que esté equivocado,
creo que por regla general las autoescuelas no incluyen en sus clases
prácticas enseñar a los alumnos cómo se cambia una rueda después de
sufrir los siempre indeseables pinchazos. Tampoco nos preparan para
afrontar ese otro momento y-ahora-qué-hago que consiste en
poner las cadenas en medio de un temporal de nieve. Nunca sabes si son
de un lado o del otro, y acabas pidiendo ayuda al primero que pasa, que
tampoco suele saber montar el invento. Si por naturaleza, como es mi
caso, eres torpe con todo lo relacionado con la mecánica y el automóvil y
tampoco eres un MacGyver, estás perdido, amigo. El otro día un
compañero de la redacción sufrió un pinchazo, el primero desde que
compró el coche. Primera sorpresa: no había neumático de recambio. En su
lugar, la marca automovilística incluía un “kit de emergencia para
reparación temporal” de la rueda. Un tratado de nada más y nada menos
que 23 páginas repleto de dibujos e instrucciones que te explicaba como
solucionar el problema en ¡25 pasos! Ponte tú a leer semejante folletín
de explicaciones bajo la lluvia y en un lugar oscuro. Moraleja: si
sufres un pinchazo, llama al seguro. El tipo de la grúa te cambia la
rueda en un santiamén.
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