los finos analistas del
FMI aterrizaron el martes en Madrid y ofrecieron una de esas rancias
recetas económicas que acostumbran. A saber. Pidieron al Gobierno de
Rajoy que suba el IVA, que revise el gasto en educación y sanidad y que
se moderen los salarios. Bingo. Empecemos por el final. Los sueldos
difícilmente se pueden moderar porque mayormente están congelados o a la
baja. Benditos sean aquellos que han visto cómo en los últimos ocho
años ha crecido su poder adquisitivo porque ingresan más pasta en la
nómina. El FMI, especialista en prostituir el lenguaje, no habla de
incrementar el IVA sino de “reducir progresivamente las exenciones y la
subida gradual de los tipos reducidos” de este impuesto. En román
paladino, quiere que se eleve del 10% al 21% el IVA que se paga en bares
y restaurantes. Los discursos del FMI son como los de la jerarquía
eclesiástica: hay que leerlos tres veces para entenderlos. Sigamos con
el nada inocente lenguaje que utiliza el FMI, que cuando se refiere a
educación y sanidad no habla de inversión sino de gasto. Por supuesto,
en su análisis no dedica ni una línea a reducir el gasto militar (por
ejemplo) o a subir los impuestos a las rentas más altas o a gravar más
la riqueza. Ni Pamplona, oiga.
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