Elegir una carrera a los
18 años, en la frontera entre el instituto y la universidad, no suele
resultar una tarea sencilla. Salvo que desde tu tierna infancia tengas
vocación por ser profesional de un oficio determinado, sueles ser un mar
de dudas. ¿Ciencias? ¿Letras? ¿Una ingeniería? ¿Empresariales?
¿Magisterio? ¿Periodismo? En los últimos años las universidades se han
destacado por abrir sus puertas y mostrar a los potenciales alumnos qué
caminos pueden tomar para seguir formándose hasta alcanzar la hipotética
meta laboral. Al otro lado de la muga llevan ya años practicando una
fórmula distinta que arranca mucho antes de que los estudiantes alcancen
eso que llamamos mayoría de edad. Entre los 16 y los 18 años, los
alumnos pasan una semana en una empresa o similar que guarde vinculación
con la profesión que quieren desempeñar en el futuro. Si el alumno
aspira a ser farmacéutico, hace un stage (es el término con el
que se conoce esta fórmula) de una semana en una farmacia; si quiere ser
periodista, conoce una redacción; si lo suyo es el mundo del cine,
acude a un rodaje. El propio alumno, y no su centro escolar, se encarga
de buscarse la vida y encontrar un destino en el que llevar a cabo el stage. Luego observa, analiza y decide si quiere un futuro laboral como el que acaba de ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario