Pons (Barcelona, 1933) es un torrente de vitalidad. Hace solo cinco meses completó en la cara norte del Vignemale un reto que había intentado sin éxito cuando tenía 19 años. El pasado miércoles, de la mano de la Federación Vasca de Montañismo y el Club Vasco de Camping, repasó en Donostia, en el documental Vivencias de montaña, su intensa actividad por decenas de cumbres del mundo. Esquiador, escalador, aventurero, directivo, técnico y cineasta, Pons figura en los libros de historia del montañismo por ser el primer alpinista del Estado que escaló las tres paredes más míticas de los Alpes (Cervino, Eiger y la Walker de las Grandes Jorasses) y por convertirse también en el primero en hollar un seismil (Nevado Huascarán), un sietemil (Istor-o-nal en el Hindú Kush de Pakistán) y un ochomil, el Annapurnna Este, la primera ascensión absoluta que coronó con su inseparable Josep Manuel Anglada y Emili Civis.
Como poco, es usted tenaz. Con 83 años ha escalado el Pique Longue del Vignemale, un reto que tenía pendiente desde 1952.
-Soy un hombre de retos pendientes. En el Dru (la Aiguille de Dru), en Chamonix, me pasó lo mismo. Es una de las montañas más carismáticas de los Alpes. La intenté tres veces pero hice cumbre a la cuarta, 44 años después. En el Vignemale me ha sucedido lo mismo. En 1952 habíamos hecho muchas actividades en el Pirineo francés, unas cuantas primeras ascensiones españolas, y cuando llegamos al pie de esta pared norte del Pique Longue del Vignemale hizo un tiempo de perros. Me hizo un gran favor porque no estaba preparado para escalarla. Nunca más me preocupé por esta pared hasta que Joan Quintana, un compañero que tiene una productora, me propuso ir. Me suponía un peso de responsabilidad pero después de 62 años de desistir escalarla, la he hecho.
¿Tiene algún otro reto pendiente?
-Siempre digo que mi reto pendiente más inmediato es llegar a mañana.
Es de los que no entierran los sueños.
-No hay que enterrarlos. Cuando eres joven los sueños se suceden unos a otros. El primer seismil, el primer sietemil, el primer ochomil... Pero la naturaleza es sabia y, según te haces mayor, estos sueños no te van apretando tanto. Como quien día pasa, año empuja, cualquier actividad que hago, ya sea subir montañas con esquís, bajar barrancos o escalar en Montserrat, hace que me sienta feliz. Ahora además presento mis libros y doy conferencias, lo que me da la gran oportunidad de saludar a grandes amigos a los que hace años no veía. He conseguido subir montañas que están allí, que no se mueven, a las que suben cientos de personas, pero los amigos son patrimonio de uno mismo. Y yo soy un egoísta porque quiero mantenerlos siempre conmigo.
¿De dónde saca tanta energía?
-Debe ser genético. Son las ansias de vivir. El otro día una empresa me hizo embajador para animar a ser activa a gente que tiene 70 años, para que no estén todo el día sentados. Recurren a deportistas de elite para animar a gente sedentaria. Yo les explico que a los 83 años hago una escalada de 900 metros de una cierta dificultad y sin que nadie me empuje a hacerlo. No sé a quién dar las gracias. Me cuido un poco, o debe ser la dieta mediterránea. Es importante la ilusión por hacer las cosas, tener pequeñas ideas, proyectos para el inmediato, no dejar nada por dejadez. Siempre hay que tener un hilo pendiente de ilusión.
A su edad, ¿es más importante la forma mental que la física?
-Diría que la mental porque la física la cuidas sin darte cuenta. Sales un fin de semana, te mantienes en forma… Pero la psíquica es importante. Si se para ese reloj, el físico también se para.
En su día era un montañero completo. Practicaba desde el esquí nórdico hasta la escalada en hielo.
“Admiro a los vascos por la capacidad que han tenido para abrir puertas en las expediciones y en las aventuras”
Su generación fue un referente para las siguientes hornadas de alpinistas.
-Nosotros abrimos puertas al alpinismo de alta dificultad, pero en aquel momento no nos considerábamos un referente. Con los años te consideran un referente por pura lógica, por la edad, no por ser mejores.
Sus expediciones de entonces tenían un componente de aventura que ahora se ha perdido.
-Ahora todo está sumamente planeado, el material es distinto, puedes enrolarte en un expedición si pagas y dispones de dos meses libres... Antes cultivábamos la expedición, buscábamos el equipo, dejábamos nuestro trabajo durante dos meses, buscábamos dinero, poníamos dinero de nuestro bolsillos, los viajes suponían cruzar los océanos… Ahora las distancias se han acortado, los teléfonos te permiten conectar con quien sea cuando sea. Todo esto ha pasado de hace 20 años a ahora. Nosotros enviábamos una nota desde el Annapurna y la recibía la familia al cabo de 20 días. Ahora puedes hablar al minuto desde 8.000 metros. Lo estamos viendo con Txikon, que narra las noticias al minuto.
Ahora que lo cita. ¿qué le parece el reto de Txikon en el Everest?
-Alguien subirá el Everest en invierno. Ojalá sea Txikon. Admiro al País Vasco por todo lo que ha sido en el deporte y porque, al igual que los catalanes, ha abierto puertas en las expediciones y las aventuras. En el año 74 la expedición catalana al Annapurna coincidió con la vasca de Tximist al Everest. Nos unen muchas cosas y si Euskadi se lleva la primera ascensión invernal al Everest de la mano de Txikon, seré el primero en alegrarme.
A Catalunya le falta el catorce ‘ochomil’ para completar la lista. Ferrán Latorre y Oscar Cadiach van a intentar este año cerrar ese ciclo.
-Se lo va a llevar Latorre porque Cadiach tiene que esperar a junio o junio para atacar el Broad Peak, y Ferrán tiene pendiente el Everest en abril o mayo. Son dos grandes amigos míos. Con Cadiach estuve en el Everest y le tengo un gran aprecio. Me gustaría que lo hicieran los dos.
¿Es una signatura pendiente para el montañismo catalán?
-No. Todo esto es muy mediático. Es algo natural. No está en juego nada. Lo disfrutarán más Latorre y Cadiach a nivel particular por ser los primeros.
Ha sido directivo federativo. ¿Qué le parece que la escalada vaya a ser deporte de exhibición en los JJOO de Tokio y que se estudie el ingreso del esquí de montaña también como modalidad olímpica?
-La escalada va a ser una de las cinco especialidades de exhibición en Tokio’2020. Tarde o temprano tenía que llegar. Es un deporte a cubierto. En una visita que hicimos a Samaranch cuando ya no era presidente del COI, nos dijo que tenía más posibilidades el esquí de montaña que la escalada porque en los Juegos de invierno hay menos competiciones que en los de verano, que están saturados.
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