la secuencia de hechos es
casi siempre la misma. Un asunto que en su día no transcendió en ningún
medio de comunicación ni en ninguna red social sale a la palestra como
por arte de magia y se expande como el Big Bang. Hace años, sin el
efecto expansivo de las redes sociales, la tormenta en el vaso de agua
no iba más allá de un par de días. Ahora, al tercer bote el asunto
habitualmente se desmadra. Ha sucedido con el programa Euskalduna naiz, eta zu?, convertido
durante varias jornadas en una cuestión de Estado. Porque una cosa es
que un espacio y sus protagonistas sean criticados, vilipendiados habría
que decir, por sus manifestaciones y su contenido (lo del contexto lo
dejamos para otro día), y otra que se les cargue a sus responsables
hasta la muerte de Manolete. Y hablando de toreros, llama la atención la
facilidad con la que algunos prebostes del país han entrado al capote
de la polémica. Tal ha sido la repercusión del tinglado que hasta ha
resucitado Carlos Iturgaiz. Le ha faltado tiempo al otrora dirigente con
mando en plaza en el PP para denunciar a ETB ante la Comisión
Europea. Para completar la fiesta ya solo faltan Manos Limpias y un
juez que se saque un delito de la manga para llevar a los responsables
del programa a la Audiencia Nacional. Al tiempo.
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