La sobre exposición de los
políticos (no todos) en los medios de comunicación ha alcanzado tales
cotas que digo yo que la asignatura Cómo cultivar mi ego sin perder un voto será
ya materia obligatoria en las facultades de Ciencias Políticas. Entre
nuestros mandamases domésticos hay auténticos virtuosos en convocar a la
prensa para comparecencias en las que dan a conocer asuntos de pura
intrascendencia, sin un pase, vamos. No daremos ejemplos para no herir
sensibilidades, que los políticos son muy tiquismiquis con estas cosas
de la imagen. Pero, por ejemplo, si usted acude de público a un acto en
el que una institución pública entrega un premio (elija si solidario,
deportivo o cultural), podrá comprobar in situ cómo hay
políticos (no todos, repito) que cultivan su ego cual agricultor. El
político que cultiva su ego no se limita a entregar el premio y
desaparecer del escenario como haría todo hijo de vecino. El político
que cultiva su ego, entrega el premio, se hace la foto con el
galardonado de turno y permanece en el escenario sin despegarse un
segundo del premiado, compartiendo protagonismo y repartiendo sonrisas.
Estas cosas supongo que se aprenden en algún taller impartido por gurús.
La imagen amigo, la imagen es lo que importa.
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