se llama Anna González. Su
marido, cicloturista, murió en 2013 atropellado por un vehículo que se
dio a la fuga. Detenido posteriormente, el conductor fue llevado a los
tribunales por imprudencia leve (luego elevada a homicidio por
imprudencia), pero no fue juzgado por omisión de socorro porque el
Código Civil interpreta (ver para creer) que un fallecido no necesita
auxilio. Anna se presentó ayer en el Congreso de los Diputados con
200.000 firmas que piden modificar los dos artículos del Código Penal
que aluden al homicidio por imprudencia y a la omisión del deber de
socorro. Pide que casos como el que ella sufrió en sus carnes no queden
impunes. Pide que si ha habido una imprudencia grave o leve del
conductor con resultado de muerte o lesiones graves para el ciclista (o
el peatón añado), el caso vaya a juicio y deje de tramitarse como hasta
ahora por la vía civil. Pide también que la omisión de socorro, el
abandono de la víctima del accidente, tenga tratamiento penal. Las dos
reclamaciones son tan de cajón, que la propia Anna Rodríguez ha
confesado que ningún partido se ha opuesto a sus reclamaciones. Veremos
si se pasa de las palabras a los hechos, o si el Ministerio de Justicia
pone trabas a una injusticia que no tiene un pase.
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