Si todavía no ha visitado Albaola de Pasaia, ya está tardando. No solo porque la nao San Juan
ya ha tomado buen cuerpo y se aprecia la dimensión que adquirirá de
aquí a un tiempo, sino porque todo lo que envuelve el proyecto merece
muy mucho la pena. La construcción de una réplica del ballenero vasco
que se hundió en la costa de Canadá en 1565 estaba incluida entre las
grandes iniciativas de Donostia 2016. Tras mil avatares, el proyecto
quedó orillado. Lejos de naufragar, el equipo que patronea Xabier Agote
ha seguido armando la embarcación de madera pieza a pieza y calcula que
pueda botarse en tres años. La construcción de la nao, que se puede
seguir in situ, sirve de gancho a una instalación que es a su
vez museo de historia y factoría artesanal. Nos ayuda al mismo tiempo a
entender la relevancia de los balleneros vascos y a comprobar sobre el
terreno cómo se puede construir en el siglo XXI un barco del año 1500
con técnicas del siglo XVI. Ahí radica parte de la magia de un proyecto
necesitado de cariño. En el tramo final de la visita, un panel muestra
las diferentes piezas de la nao y se ofrece a las empresas la
posibilidad de patrocinarlas. Casi la mitad están vacías, sin mecenas.
Sepa que a partir de 40 euros puede apadrinar un clavo. Siempre podrá
decir que contribuyó a construir la San Juan.
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