miércoles, 26 de abril de 2017

Manzanas podridas


Si teclea en Google los términos “corrupción” y “PP” brotan como un maná un total de 9.670.000 resultados. El carrusel de casos que se destapan cada semana, cada día, es tan nauseabundo que cuesta creer que hace nada, en junio de 2016, el PP recibiera en las urnas el respaldo de más de 7,9 millones de votantes. Presidentes de comunidades autónomas, consejeros, alcaldes, concejales y decenas de cargos públicos han sido condenados o están siendo investigados por decenas de delitos que se resumen en uno: robar o, más finamente, apropiarse de dinero y bienes que no son suyos. Algunos, como el ínclito Ignacio González, llevándoselo a manos llenas. Hace un año se estimaba que había más de 800 cargos del PP imputados en más de 30 casos. No hay parangón en Europa. Difícil, si no imposible, encontrar tanta manzana podrida en un partido. Mientras disfrutaban de sus áticos marbellís, sus fiestas con toneladas de confetis, sus black y sus Jaguar, los dirigentes del PP, apoyados en su mayoría absoluta, fueron implacables a la hora de recortar los derechos sociales y empobrecer a las clases más desfavorecidas. Sin pudor alguno. Con la prepotencia de quien se siente por encima del bien y del mal. Ya lo dijo Andrea Fabra a viva voz en el Congreso: que se joda.

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