jueves, 25 de mayo de 2017

El apretón

advertencia: si está usted desayunando, comiendo, cenando o tiene entre manos algún alimento sólido o líquido que vaya a ingerir, absténgase de seguir leyendo. Esto va de apretones. Conozco a más uno y de dos amigos que, si salen una semana de vacaciones, vuelven a casa sin visitar un solo día al señor Roca. Regresan con una incipiente tripa, no vinculada precisamente a la ingesta de cervecitas, que también. Son gentes que, sin sufrir estreñimiento, son incapaces de soltar lastre si no es en el trono de su casa. No echan una boya ni en un cinco estrellas. La cara opuesta son aquellos que plantan un pino nada más aterrizar en el destino o aquellos otros que se encierran durante largo tiempo en los servicios, se llevan las obras completas de Benito Pérez Galdós y salen del excusado con calambres que ni en la prórroga de la final de la Champions. Que de todo hay en la viña del señor. Luego están apretones como el que sufrió el bueno de Tom Dumoulin camino del Umbrail Pass o, si prefieren, el paso de Giogo di Santa María. Un momento All-Bran que pasará a los anales (con perdón) del Giro. Un ataque intestinal que puede costarle la carrera y que pasará a formar parte de esas mil y una historias que hacen del ciclismo y de la corsa rosa un espectáculo sin parangón.

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