Se llama Germán Ereña. Los vecinos de Eibar seguramente lo conozcan porque es miembro de la banda de txistularis. El tiempo libre que le deja su trabajo en una multinacional lo dedica a tocar el atabal y, sobre todo, a bucear en la vida y obra de Isidoro Fagoaga, uno de los tenores que mejor cantó la música de Richard Wagner y que falleció en 1976 en Donostia tras una intensa vida. Ereña lleva más de quince años recopilando documentos, fotografías, críticas y todo lo que cae en sus manos sobre Fagoaga. En 2004 encontró un tesoro: unos familiares del tenor que residían en Irurita le mostraron cuatro baúles y una maleta con decenas de recuerdos del cantante. Trajes, pelucas, periódicos con críticas de sus actuaciones, programas de mano… Todo estaba allí. Ereña recorrió decenas de veces la distancia entre Eibar e Irurita (120 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta) para clasificar tan ingente material. Una mínima parte de esos recuerdos se pueden ver durante estos días en una cuidada exposición en la casa de cultura de Bera. El legado de Fagoaga se resume en un amplio volumen escrito por Ereña sin más ayuda que su ilusión y su altruista y constante labor de trazar la biografía de un personaje injustamente olvidado. Solo falta editar la obra para que encajen todas las piezas.
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