sábado, 3 de junio de 2017

Políticos honrados

cada vez que la exministra Celia Villalobos abre la boca, sube el pan. Ayer dijo textualmente: “Hay que hacer una reflexión sobre qué tipo de dirigentes queremos en todos los ámbitos. A lo mejor queremos alguien que salga de una clausura y, por tanto, sea pobre de solemnidad y no tenga derecho a tener nada. No lo sé. Hay que hacer una reflexión”. Vayamos con la reflexión. Es muy sencilla. Queremos políticos que sean honrados y exigentes consigo mismos. Políticos que no roben, que no favorezcan a sus amiguetes, que no amañen contratos, que no mientan, que no cambien de versión un día sí y otro también, que declaren ante el fisco las cuentas que poseen en bancos suizos, que demuestren que están capacitados para ejercer el puesto para el que han sido designados, que cumplan los códigos éticos que ellos mismos propagan a bombo y platillo, y que sean consecuentes con lo que pregonan. No es tan complicado. A la política se viene a servir, sobre todo a los más necesitados, no a servirse. Y sí, a veces se llega, no desde un convento de clausura sino desde una humilde vivienda a la que se regresa cuando se acaba la etapa en la política. Como Pepe Mújica, por poner un ejemplo que, ya que hablamos de conventos, donaba el 90% de su sueldo a la caridad.

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