viernes, 21 de julio de 2017

No ha entenido nada

cualquiera que haya visitado Pamplona en los últimos sanfermines se habrá percatado de que en la confluencia de la Plaza del Castillo con Carlos III había una caseta con colas de gente a todas horas. Era el punto de información de la campaña contra las agresiones sexistas, que el Ayuntamiento instaló por segundo año. Este servicio no solo ofrecía información sobre cómo actuar y responder en caso de sufrir un abuso, sino que disponía de personal especializado durante las 24 horas del día. El Consistorio de Iruñea ha hecho bandera en la lucha contra una lacra social que hasta hace nada no salía a la luz, no se denunciaba, y menos se combatía desde las instituciones y la ciudadanía. Pamplona se ha convertido en un referente en la defensa de la lucha contra los abusos a la libertad sexual de las mujeres y ha marcado un camino que afortunadamente está siguiendo un buen número de municipios vascos. Así que llama la atención, por lamentable, que en un asunto de este calado, en el que lo mismo da que un partido sea de derechas o de izquierdas porque lo que prima es erradicar los abusos, que el exalcalde de Pamplona, Enrique Maya, escriba un artículo en el que señala que la campaña contra las agresiones sexistas supone “poner el acento en la peor cara de nuestra fiesta y ocultar todo lo positivo”. No ha entendido nada.

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