Desde que los grupos de WhatsApp han sustituido a las tertulias de sobremesa y a las interminables discusiones de barra de bar, vivo sin vivir en mí. Ahí ando, explicando a los íntimos menos puestos en los vericuetos políticos y judiciales, qué es estar aforado, por qué unos van a la Audiencia Nacional y otros al Tribunal Supremo, valorando si el PDeCAT y ERC concurrirán juntos o por separado, si Podemos y En Comú Podem son lo mismo, por qué hace años en la Diada eran mayoría las senyeras y minoría las esteladas y ahora ocurre a la inversa, qué fue de Unió y de Josep Antoni Duran i Lleida (y de sus desayunos en la suite del Hotel Palace), cuál es la última bravuconería de García Albiol, por qué da la impresión de que el 21-D igual volveremos a la casilla de salida y se repetirá el reparto de escaños de 2015, si se mantendrá el 155 en el caso de que a Rajoy no le convenzan los resultados del 21-D, qué paralelismos hay entre el independentismo catalán y el vasco, cuál es la posición del PNV, a quién recomiendo leer en la prensa catalana (porque sus artículos son interesantes o porque suelen estar bien informados), o por qué dimiten alcaldes del PSC si sus dirigentes se manifestaban el domingo mezclados con el PP, Ciudadanos y falangistas. Pues eso. Que vivo sin vivir en mí.
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