No hay semana sin control. Generalmente, en la vuelta a casa después del trabajo. Suele ser rutinario. De dónde viene, adónde va. “Vengo de recoger 30 kilos de coca, señor agente. Comprúebelo usted mismo en el maletero”, digo para mis adentros. Si llevas bien puesta la pegatina de la ITV, tienes el salvoconducto. Hace unos meses batí mi propia marca. De regreso a casa, también después del trabajo, de una tacada y en menos de media hora pasé tres controles de tres cuerpos policiales distintos. Bingo. Suele decir un amigo que Euskadi es, de largo, el país en el que nunca se le ocurriría atracar un banco. “Cuando entres en la sucursal con tu capucha y tu pistola simulada, tendrás muchas probabilidades de que un agente de paisano esté sacando dinero en el cajero”, dice. Anteayer supimos que desde que ETA anunció en 2011 el cese de su actividad armada, el número de guardias civiles y policías nacionales ha descendido un 20% en la CAV. También ha bajado la cifra de militares. Si sumamos la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Ertzaintza y las policías locales, hay unos 15.000 efectivos en total, casi siete agentes por cada mil habitantes, la tasa más alta de Europa. Siete años después del fin de la violencia, no se entiende que la presencia policial no se haya adecuado al nuevo contexto. Mucha Policía...
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