"¿Cómo os ha afectado a la prensa escrita la expansión de Internet y la digitalización de los medios? ¿Te gustaría ser corresponsal de guerra? ¿Se viaja mucho siendo periodista? ¿Qué noticia es la más rara que has cubierto? ¿Te llevas mucho trabajo a casa?" Dos grupos de alumnos de primero de ESO del instituto Toki Ona (bonito nombre para un centro educativo) me sometieron hace una semana a un cariñoso tercer grado. Ya sea ante una audiencia de chavales o frente a un grupo de adultos, no resulta sencillo relatar el día a día de esta bendita profesión, tan mitificada a veces. Ni antes era sencillo explicar nuestro trabajo, ni lo es ahora, en plena ebullición digital. Como no sabía si los chavales de primero de ESO (12-13 años) leen prensa (en papel, digital o al gusto del lector), me planté en el aula con quince periódicos bajo el brazo, todos diferentes: locales, regionales, españoles, vascos, deportivos, económicos, en euskera, en catalán... Toda una declaración de intenciones. Ante chavales que en el futuro seguramente leerán la prensa en tablet y móviles, no se me ocurrió otra cosa que llevarles un muestrario de periódicos. Prensa en formato papel. Nostálgico que es uno. Ah, y por si leen los alumnos estas líneas, la charla no caerá en el examen. Era vacile.
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