El macartismo la emprendió el otro día contra Alberto San Juan y trató sin éxito de que el Ayuntamiento granadino de Pinos Puente prohibiera la representación de la obra de teatro Autorretrato de un joven capitalista español, protagonizada por el actor. La petición llegó de la mano de la Santa Inquisición, ergo el PP, que acusa a San Juan de “ofender de manera muy grave a víctimas del terrorismo, a la Iglesia, al estamento judicial o a la policía”. San Juan salió en su día en defensa de los titiriteros que estuvieron cinco días arrestados por supuesta apología del terrorismo. Aquello le costó una querella que luego fue archivada, como también lo fue el caso de los titiriteros. Curiosamente, uno de los cargos del PP que ha lanzado improperios contra San Juan es Antonio Duarte, su portavoz en Pinos Puente, que en 2003 intentó agredir al lehendakari Ibarretxe cuando se dirigía a impartir una conferencia en la facultad de Derecho de Granada. Al tal Duarte no le cayó encima el peso de la ley, esa expresión que los dirigentes del PP repiten machaconamente día tras día, porque no hubo siquiera una denuncia contra él. El peso de la ley, tan liviano para algunos que se han hecho millonarios robando a espuertas en las instituciones públicas, y tan contundente para chavales como los de Altsasu, que hoy cumplen 515 días en prisión.
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