Hace unos años, una compañera de la redacción propuso que dedicáramos un periódico entero a publicar solo buenas noticias. Por si surge algún picajoso, diré que fue antes de 2012. O sea, antes de que la Universidad de Deusto creara El diario Tomorrow, una publicación que reescribía la actualidad en clave positiva. Recogía malas noticias y, con la colaboración de los lectores, las transformaba en mensajes repletos de buenismo. El caso es que la iniciativa de nuestra compañera no se materializó, pero digamos que pasaba por salpicar las páginas del periódico solo con noticias que nos alegraran el día. Desde un avance médico en Sociedad a un logro deportivo en Deportes, un premio a una trayectoria en Cultura, un acuerdo de paz en Internacional, un pacto entre todos los partidos políticos en Política o, en la sección de Economía, una subida salarial de tres años en un sector castigado por los recortes. La idea no fructificó. La realidad es la que es y, en un periódico como el que tiene entre manos (o en una web si está leyendo vía móvil, tablet u ordenador), publicamos a diario de todo, como en botica. Es una utopía publicar solo buenas nuevas, pero la noticia que abre hoy este y otros tantos periódicos vale por muchos periódicos de malas noticias. Es la noticia que varias generaciones de vascos estábamos esperando.
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