El otro día circuló en las redes sociales un mapa aéreo de Europa en el que estaban marcados en rojo los carriles-bici. Holanda era un manto rojo y el centro del continente estaba salpicado de motas del mismo color. Francia, España e Italia destacaban sobre el resto de países por la escasez de manchas rojas en comparación con las de los países del centro y norte europeo. La imagen que coloca a Holanda como el paraíso para circular en bici coincide con la propuesta que ha hecho el Gobierno de este país a las empresas para que paguen a sus empleados por ir a trabajar en bici. Como contábamos hace unos días en este periódico, el Ministerio de Infraestructuras y Agua plantea abonar 0,19 euros a cada trabajador por cada kilómetro diario y reembolsarle también el precio de una bici nueva, en un momento en el que las bicis eléctricas están ganando terreno. Hagan sus cálculos. Yo he visionado mentalmente mi recorrido diario al trabajo: debo subir un alto de tercera categoría y tengo una tachuela a cinco kilómetros de la “meta”. 35 kilómetros de ida y otros 35 de vuelta. Hora y media de ida y otro tanto de vuelta calculo por lo bajini. 350 kilómetros semanales, 1.400 mensuales y 15.400 anuales (descontadas las vacaciones). Unos 2.900 euros a la buchaca al final de año y una forma física que no veas. Eso sí, que vayan preparando vestuarios y duchas en la redacción, que soy de sudar mucho.
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