Conozco a más de una y de dos personas que lograron hace muchísimos años aprobar el examen de conducir, pero nunca se han puesto al volante de un coche. De tanto pensárselo, el permiso hace tiempo que caducó. Como tenemos la bendita costumbre de poner nombre a todos nuestros miedos, al temor a conducir le llamamos amaxofobia. El pavor a cruzar puentes también tiene sudenominación de origen: gefirofobia. No hay que ser muy avispado para intuir que en los próximos días hablaremos del pánico que sienten algunas personas a atravesar puentes, viaductos y similares. A ver cómo les explico ahora a mis próximos, a los que en las tertulias familiares me dicen siempre que no se subirían a tal puente, tal torre o tal rascacielos por el temor a que se derrumben, que no hay nada de lo que preocuparse. Que basta con no mirar hacia abajo. O a aquellos dos amigos que, allá por finales de los 80, me dejaron tirado a las puertas del teleférico de Fuente Dé, en Cantabria. Se negaron a subir, no fuera que el artilugio, me dijeron todo serios, se fuera a caer. Solito que subí y bajé tras disfrutar del maravilloso paisaje que se contempla desde sus 1.800 metros de altura mientras ellos sufrían, sin saberlo, eso que se da en llamar acrofobia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario