Visto que la familia de Franco no está por la labor de hacerse con los restos del caudillo, en tertulias y redes sociales han surgido propuestas varias a analizar. A saber. Hay quien plantea que el cadáver, o lo que sea que haya ahí abajo, se lleve al plató de Cuarto Milenio, que seguro que Iker Jiménez y sus huestes tienen algo que decir al respecto. Joseba Azkarraga, el exconsejero de Justicia, apostaba hace unos días por dejarse de contemplaciones y depositar los huesos a las puertas del domicilio de los Franco: “Y si quieren que hagan caldo con ellos”. Otro tuitero proponía ayer enterrar los huesos en el estadio del Valladolid, el José Zorrilla, por aquello de que los agujeros ya están hechos de antemano. Alguien planteó también que lo lanzaran al mar, como a Bin Laden. Varios proponían dejarlo delante de la sede del PP, o de la de Ciudadanos, que tanto monta, monta tanto. Otro sugería convertir el Valle de los Caídos en un pantano, y hay quien confesó que lo único que le preocupa cuando se exhumen los restos es si, como decía la canción, el culo es blanco. En fin, que quizás el problema no es qué hacer con los restos de Franco, sino con los restos del franquismo. Que haberlos, haylos, como comprobamos a diario.
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