Los episodios de Narcos destilan tal crueldad que, cuando hace unos meses vi la serie casi de tirón, al acabar alguno de los capítulos consultaba al señor Google para comprobar si realmente lo que se contaba en la ficción había sucedido en la realidad. Casi siempre la realidad era equiparable a la ficción. Ocurre lo mismo con Fariña, la serie basada en el libro del Nacho Carretero. También he recurrido al buscador de buscadores para cerciorarme de que lo que sucedió en la costa gallega, aquí al lado, a 800 kilómetros, fue tal y como se relata en la serie. Si es cierto, por ejemplo, que el entonces presidente de la Xunta se reunió en Portugal con los capos del narcotráfico gallego que se encontraban huidos de la Justicia. “No me tengo que avergonzar por hablar con unos señores que podían ser o no delincuentes”, dijo meses después sin un ápice de rubor Xerardo Fernández Albor en una respuesta en el Parlamento gallego. Hablamos de hace más de 30 años, pero parece que fuera hoy. Sito Miñanco, actualmente entre rejas, está acusado de blanquear desde la cárcel diez millones de euros procedentes del narcotráfico, y Laureano Oubiña, que hace nada ha salido de prisión, anda vendiendo su libro de memorias por mercadillos de pueblo. Fariña tiene material para alguna temporada más.
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