En enero de este año me propuse un pequeño “reto”: subir cada mes un monte. Solo tenía que autocumplir dos condiciones: que la salida y llegada fuera desde un pueblo y que fuera una montaña algo exigente. Vamos, que no fuera una excursión de una hora, pero tampoco de cinco. Algo intermedio. En un alarde de originalidad, al “reto” le puse hasta nombre: 12 meses, 12 montes. En enero subí el monte Larun, en un día espléndido, con nieve en la cumbre más urbanizada de Euskal Herria. Allí se me ocurrió que haría una foto panorámica de cada cima que pisara. En febrero llovió (no sé si lo recuerdan pero estuvo cuatro meses seguidos lloviendo), así que subí y bajé empapado Peñas de Aia desde Irun. En marzo siguió lloviendo, así que me calé hasta los huesos desde Arantza a Mendaur y vuelta. En abril, un día de tregua, disfruté de la ida y vuelta desde Urnieta al Adarra. En mayo tocó volver a Arantza para subir y bajar al Ekaitza, y en junio descubrí el Uzturre desde Tolosa y la panorámica de Tolosaldea desde el Uzturre. En julio y agosto fue el turno de dos imprescindibles;Txindoki desde Abaltzisketa y Aizkorri desde Arantzazu. En septiembre me estrené en Alkurruntz desde Urdazubi, en octubre recorrí la larga travesía desde Hernialde al Hernio, en noviembre subí a Beriain (San Donato) desde Unanue y en diciembre a Manttale desde Bera. Todos a menos de hora y media en coche desde casa. En 2019, otros doce.
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