El dueño de La cave des barons de Ezpeleta contaba el otro día en el periódico La Dépêche que, durante la visita que las mujeres de los gerifaltes del G-7 hicieron a su establecimiento, les sirvió sangría. Lo curioso del caso es que, si se observan las fotos del brindis, es difícil apreciar que se trata de sangría porque asociamos esta bebida a un color oscuro y, sin embargo, en las imágenes el líquido es blanco. Sangría, por cierto, que bebieron en vasos de txikito, esos vasos en los que antes te servían los zuritos, llamados ahora zuritos aunque sean una caña de cerveza de toda la vida. Y vasos, los de La cave des barons, por cierto, adornados con un lauburu y una ikurriña (lo pueden ver en San Google). El caso es que, puestos a mezclar vino, azúcar, limones y naranjas, en Iparralde no se andan con chiquitas. Y la sangría, tan denostada a este lado de la muga, se bebe más allá del Bidasoa con vino tinto, rosado y blanco, de aquí que la que probaron las consortes fuera de color claro. Era, para más señas, sangría de la marca Bipero (acrónimo de biper gorri y apéro, aperitivo en francés) que, cómo no, contiene también una pizca de pimiento dulce de Ezpeleta. Nada que ver con la que se vende en los establecimientos de la muga, con esa llamativa cartelería que llama al cliente a probar la sangría maison.
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