Indurain era (y es) parco en palabras, pero casi siempre solía hablar en plural mayestático. Dicen que lo hacía para realzar el apoyo que recibía de sus compañeros. Hoy usaremos en esta columna el plural mayestático, pero porque nos da la gana. En enero de 2018 nos propusimos subir un monte cada mes durante un año con dos premisas: que la salida y llegada fuera desde una población, y que no resultara muy exigente. El año pasado subimos doce y este año, otros doce. En enero, con una chupa de agua considerable, tachamos de la lista Jaizkibel desde Pasai Donibane. En febrero pisamos el Hautza desde Erratzu; en marzo, también con mal tiempo, el Txurregi, partiendo de Ilzarbe, en el navarro valle de Ollo; y en abril, Izazpi desde Zumarraga. El Ganbo, en Aralar, fue el escogido en mayo, saliendo desde Amezketa. Con el calor de julio llegó la hora de subir al Saioa, en Baztan, desde Almandoz, atravesando el Camino de Santiago. En agostó tocó el Mondarrain desde Itxassou. Uno de los grandes, Gorbeia, cayó una mañana espléndida de septiembre tras caminar desde Zuia (Araba). El tiempo siguió sonriendo en octubre en Artzamendi, el techo de Lapurdi, pero se torció en noviembre en el Irimo desde Urretxu. Y, por fin, hace unos días, desde Ardanaz de Izagaondoa subimos a Itzaga, una atalaya privilegiada de la comarca de Iruña. En 2020, otros doce.
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