Todo es muy extraño. Todos los días, todas las horas. Es extraño trabajar desde casa, recibir clases desde casa. Es extraño salir a por el pan y el periódico y no cruzarte con un alma. Es extraño regresar de la redacción a casa en coche con toda la AP-8 para ti. Es extraño que ahora mismo la tercera parte de la humanidad esté encerrada en sus domicilios. Es extraño que cada mañana te levantes como si te sintieras como el protagonista de Atrapado en el tiempo. Es extraño ver comercios cerrados, bares cerrados, polideportivos cerrados, restaurantes cerrados, cines cerrados, peluquerías cerradas y empresas (las hay) cerradas. Es extraño ver los autobuses y el Topo vacíos, sin un solo pasajero. Es extraño pasar por campus sin estudiantes, colegios e ikastolas sin alumnos, guarderías sin niños, escuelas de música sin música y parques sin amonas y aitonas de la mano de sus nietos. Es extraño (y muy triste) despedir a tus seres queridos sin un beso ni un adiós. Es extraño entrar en un supermercado y ponerte unos guantes de plástico con los que intentas sin éxito abrir las bolsas de plástico en las que depositas frutas y hortalizas. En fin, que un bicho nos ha demostrado lo vulnerables que somos y lo extraño que nos puede resultar todo. Ánimo y salud.
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