La gran aportación de El Preparado y su mujer a la pandemia ha sido organizar una gira. Como viven en su mundo, se han propuesto visitar todas las provincias españolas para "agradecer el esfuerzo a toda la sociedad". El otro día visitaron Las Palmas de Gran Canaria y, en un arranque de locuacidad, dijo Felipe VI que el turismo es muy importante para las islas. Ir de gira se les da bien. Dan de qué hablar a las revistas de papel couché y, de paso, desvían la atención sobre temas sustanciosos como el viaje de novios que les pagamos a doblón. Ostentoso se queda corto. Más de 20 días recorriendo el mundo con alguna jornada de a 30.000 la noche. Un gasto de casi medio millón de euros, la mitad, cómo no, sufragados por un empresario amigo del emérito. En sus discursos no dicen más que obviedades escritas por sus escribanos oficiales y jaleados por los medios de comunicación de turno, pero el apego que tienen al dinero y el lujo viene de cuna. Se ha sabido ahora que Felipe VI retiró en marzo la asignación a su padre (161.000 euros del ala) tras destaparse más chanchullos de Juan Carlos I. La Casa Real podría devolver ese dinero a las arcas del Estado o, qué se yo, dedicarlo a cualquier entidad que se ha batido el cobre en la pandemia. Pero no. Lo va a destinar a "imprevistos". Hay que tener muchos imprevistos y mucha cara.
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