Uno de esos placeres diarios que nos deja un regusto dulce consiste en tomar por la mañana un café con leche y un cruasán, acompañado de la lectura de uno o varios periódicos. Confieso que cuantos más periódicos ofrecen un bar o una cafetería a sus clientes, más me gusta el local. Los establecimientos que se gastan sus cuartos en ofrecer prensa gratuita están entre mis preferidos. Y, afortunadamente, vivimos en un país en el que leer la prensa en un local hostelero es tan habitual como tomarte una caña. La pandemia se ha llevado también por delante a los periódicos de los bares sin que exista una causa-efecto. Los periódicos, el papel impreso, no contamina. No está documentado ningún caso de contagio de coronavirus en todo el mundo por contacto con el periódico. Lo han resaltado la OMS y varios estudios epidemiológicos. Tiene su explicación. El papel de prensa es poroso, lo que le convierte en uno de los materiales más resistentes al virus. Además, el propio sistema de producción de la prensa escrita (con tinta, lógicamente) hace que sea un producto estéril. Añadan las medidas higiénico-sanitarias que todas las empresas periodísticas hemos implantado en nuestras instalaciones, desde redacción a impresión y distribución, y convendrán en que hay pocos artículos más seguros.
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