De todas las modas absurdas que se han ido sucediendo en los últimos años, hay una que ha pasado un tanto desapercibida, pero que, además de ser propia de tontainas, es dañina para el medio ambiente. Se trata de amontonar piedras en el monte para formar figuras o nombres y, cómo no, inmortalizar la hazaña en una selfi que se sube a la red social de turno. Una gilipollez, lo de dejar la firma de uno a su paso por el monte, que sobre todo afecta a zonas de Pirineos pero que también ha hecho carrera en lugares más cercanos como el monte Larun. Solo hace falta asomarse a una de las áreas de este balcón de Euskal Herria para comprobar que la estupidez humana no tiene fin. Decenas de piedras están apiladas sin ningún sentido, mientras al lado aparecen escritos sobre el terreno varios nombres dibujados con pequeños pedruscos. Lo que puede parecer una nimiedad, no es tal. Expertos aseguran que estas prácticas causan daño a la flora, la fauna y el ecosistema, además de que alteran el paisaje. Con lo sencillo que es dejar el monte tal y como te lo encuentras (y de paso llevarte a casa la basura que generas), siempre hay quienes dan la nota. Será los mismos que se dedican a poner pegatinas hasta tapar las señales que indican el nombre y altura en las cimas de los puertos más míticos de los Pirineos.
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