"Vaya donde vaya, el resto de mi vida, alguien se acercará y me dirá: que te jodan”. Así comienza Lance (Movistar +), el documental que narra la trayectoria del, seguramente, deportista más tramposo de la historia: Lance Armstrong. La historia es de sobra conocida y no es el primer documental en el que participa el exciclista texano, pero no está de más escuchar los testimonios que se ofrecen, desde Floyd Landis (pieza clave) hasta Johan Bruyneel, otro farsante. Armstrong no ha perdido la arrogancia que mostró en sus años de profesional. Es un soberbio y no lo disimula. No hay más que ver el desprecio con el que habla del Tour que ganó Carlos Sastre. Pero quizás lo más llamativo del documental es que cuesta creer que Armstrong ganara siete Tours seguidos dopado hasta las cejas sin que se presentara prueba alguna. Al espectador poco ducho en ciclismo le queda claro que sus victorias (anuladas posteriormente) fueron encubiertas, entre otros, por la UCI y el emporio millonario que se creó alrededor de su figura. Como a otros tantos ídolos caídos, a Armstrong le pudo la avaricia. Volver después de tres años retirado fue su perdición. No reclutó a Landis que, despechado, cantó la Traviata. La historia de chico que supera un cáncer y gana siete Tours se desmoronó como un castillo de naipes para dar paso a uno de los escándalos más vergonzosos de la historia del deporte.
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