No hay que ser un lince para intuir que se avecina un cerrojazo. Se viene un cierre a lo Racing de Santander de Maguregui, autobús incluido. Cuando un gobernante advierte de que vienen semanas y meses duros y difíciles, lo propio es traducir esas palabras como que estamos a las puertas de un segundo confinamiento domiciliario. El confinamiento 2.0 igual será más light que el confinamiento 1.0 porque quizás no se cierren los centros escolares y trabajen los empleados esenciales y no esenciales, pero parece que va a ser difícil de evitar. Pinta mal el panorama. Hace unos días recordábamos en este periódico que en junio Gipuzkoa encadenó 18 días seguidos sin contagios y hubo una jornada de ese mes en la que en toda la CAV se registraron seis positivos. Entonces se hacían unas 4.000 PCR. Ahora llevamos una semana con 500 contagios diarios en Gipuzkoa, cifra arriba, cifra abajo. Eso sí, ahora se hacen más PCR (ayer 16.700 en la CAV). La segunda ola también nos ha empapado. El confinamiento en casa es una jodienda, pero lo amortiguamos con megas, comida y calefacción. El problema es que hay familias, cada vez más, que no tienen ni calefacción ni comida para echarse un bocado.
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