Hay que tener el cuerpo muy jotero para aguantar más de 40 horas de marcha. Sales el sábado de casa a eso de las cuatro de la tarde y llegas el lunes a las ocho de la mañana. Eso sí, con una bolsa de cruasans en la mano, que siempre es una buena excusa si te piden explicaciones. Ahora le llaman rave, pero es una gaupasa de las de toda la vida pero a lo bestia y sin salir de un pabellón industrial. Gaupasa en versión 4.0, con sound system (o sea, bafles a todo volumen) y zombies en la pista. Que te pongan 40 horas, cinco turnos seguidos de trabajo en una fábrica, con música electrónica tiene que ser un tormento equivalente a escuchar en bucle canciones de Bertín Osborne. Chumba, chumba sin parar. Esta sí; esta no, pastilla de éxtasis por aquí, pastilla por allá, en plan Lacasitos. Parecían recién salidos de un capítulo de The walking dead. Los de Llinars, digo. Personajes propios de una película de Berlanga, aunque la realidad siempre supera a la ficción. Miren si no las imágenes del asalto al Capitolio. Frikis como el del tupé que les gobernaba hasta hace dos Telediarios. Frikis más peligrosos que un mono con un AK- 47. 2020 se nos quedó un año rarísimo, pero 2021 lleva camino de superarse. Cómo está el patio. Como dicen por aquí que el Año Nuevo se felicita por lo menos hasta el día de San Sebastián, urte berri on!
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