En una de las entrevistas que concedió Jordi Évole antes de su última tanda de programas, explicó de una manera muy simple una de las fuentes de ingresos del bueno de Ibai Llanos. Su canal de Twitch tiene 40.000 suscriptores. Pagan cinco dólares al mes, de los que tres son para Ibai y dos para Twitch (propiedad de Amazon, por cierto). Hagan cuentas: 40.000x3=120.000 dólares al mes. Soy profano en el asunto, pero creo que una de las funciones que ofrece el canal de Ibai y de tantos otros, es que el espectador (si es que se llama así en su jerga) puede ver cómo dos personas compiten en un videojuego. Como entretenimiento para el que está observando, no le encuentro la gracia, pero qué voy a decir yo, que soy capaz de ver sin pestañear los últimos 40 kilómetros de una etapa llana de la Vuelta ciclista a Turquía. Los nichos de negocio en las redes sociales te dejan a cuadros, como se decía antes. La plataforma de pago OnlyFans permite ver cuentas privadas con todo tipo de contenido, la mayoría subidito de tono, que Instagram y Facebook vetan. Famosos y personajes de medio pelo, muchos de ellos jóvenes, muestran su intimidad a cualquiera a través de una pantalla y a cambio de dinero. O me estoy haciendo viejo, o me estoy perdiendo algo.
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