La basura no vuelve sola. En Internet hay un buen número de imágenes en las que aparece esta frase impresa en una cartel, ilustrado con la figura de un montañero que camina con su inconfundible mochila llevando en la mano una bolsa de basura. Se asocia el mensaje al cuidado del monte, pero podría valer también si lo ponemos en el acceso a las playas, en los parques infantiles, en el muelle de Donostia, en los aparcamientos de camiones o en las entradas a los establecimientos de comida rápida. En efecto, la basura no vuelve sola. Que sepamos, no tiene pies. En el montañismo hay una regla escrita que dice que debes dejar el entorno natural tal y como lo has encontrado. No suele ser habitual que se recojan 1.500 kilos de mierda tirada por humanos en una sima. Pero sucede. No cuesta nada recoger los residuos, meterlos en la mochila y llevarlos de vuelta a casa. Tampoco cuesta nada dejar la playa como la encontramos al llegar, pero nos hemos convertido en expertos en enterrar en la arena todo tipo de porquerías. ¿Y las cunetas? Si el personal de mantenimiento de carreteras hablara, nos quedaríamos sin palabras. Como diría aquel, he visto echar desde la ventanilla cosas que no creeríais.
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