A veces lees noticias fechadas en el siglo XXI, concretamente el 22 de julio de 2021, pero que te hacen retroceder varias décadas. Multan al equipo noruego de balonmano playa por no usar bikini, titulaba ayer La Vanguardia. Cada una de las jugadoras ha recibido una sanción de 150 euros porque en el partido por la medalla de bronce ante España del reciente Europeo se plantaron y compitieron con pantalones cortos en lugar de los bikinis que impone la arcaica EHF, la Federación Europea de Balonmano. La norma obliga a las jugadoras a competir con bikinis de talla ajustada y un sujetador también bien pegado al pecho. Los shorts que usaron sobrepasaban diez centímetros los laterales, así que multa al canto por parte de los señores de la EHF, que no marcan la misma pauta para los equipos masculinos de balonmano playa: juegan con camiseta de tiras y pantalones cortos. Se podría alegar que el equipo noruego ya conocía de antemano las normas si no fuera porque, antes del Europeo, la federación del país nórdico ya pidió a la EHF que suprimiera una norma que considera que es sexista y discriminatoria, y resulta incómoda para las jugadoras, por ejemplo, cuando tienen la regla. La EHF dice ahora que estudiará el asunto. Con lo sencillo que es suprimir una norma pensada con el culo, con perdón.
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