Cuando todo indicaba que esta era la ola buena, por decirlo de alguna manera, que de esta ya no retrocedíamos, volvemos a estar colgados de una noria que no es precisamente de emociones. Como en el baile de la Yenka, damos un pasito para adelante, y otro pasito para atrás. Ahora ya no es que no haya Yenka, ya es que no hay ni canción de verano ni, a este paso, verano. Que estamos de la lluvia, el fresquito y los contagios hasta la coronilla, oiga. En su optimismo patológico, uno pensaba que las vacunas eran la solución inmediata al problema. Qué digo solución, la salvación a los males que arrastramos desde marzo de 2020. Son la solución, pero tenemos tantas ganas de volver a la vida que conocíamos hasta hace 17 meses que no acabamos de ver la luz al final del túnel. Y eso que ayer hubo datos para la esperanza, más allá de los números que hablan de que los casos de covid crecen en puntos concretos de Gipuzkoa. Según los datos que dio a conocer el Ministerio de Trabajo, Euskadi, los tres territorios de la CAV, ha recuperado el 80% del empleo perdido por el coronavirus. Quedan más de 18.300 trabajadores en ERTE pero, después de semanas de datos negativos, es un soplo de esperanza. Así que, como en los sanfermines, ya falta menos.
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