El 21 de agosto de 2016, cuando acabaron los Juegos Olímpicos de Río, Alberto Ginés tenía trece años. Cinco años después, pandemia mediante, se ha convertido en el primer campeón olímpico de escalada deportiva. Ha llamado la atención su precocidad pero, sobre todo, la falta de instalaciones para entrenarse. Para practicar la velocidad, Ginés se desplazaba desde el CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Sant Cugat (Barcelona) a Pamplona y para entrenar el bloque no dispone tampoco de una infraestructura acorde a su nivel. Esa precariedad de medios también ha sido resaltada por Alberto Ayora, presidente de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada. Pese a que es la quinta federación con más fichas, solo superada por las de fútbol, baloncesto, caza y golf, ingresa 25.000 escasos euros al año por patrocinios, según explica Ayora en la revista Desnivel. Una miseria si se compara, por ejemplo, con los 80 millones que recauda la federación de fútbol del ínclito Rubiales. Como en la vida, el dinero no lo es todo, pero, en el caso de los deportes minoritarios, las ayudas muchas veces son las que te separan del éxito o el fracaso. Por cierto, España paga 96.000 euros a quien logra una medalla de oro, la misma cantidad que abonaba en los Juegos de Pekín de 2008. Viene a ser menos de lo que ganará Messi en el PSG cada día (111.000 euros).
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